Annie Flin

Tengo los pies descalzos

Mi madre ha trabajado toda la noche arriba de mi cama; ha tenido encuentros con cuatro hombres diferentes. No entiendo muy bien eso pero escucho ruidos raros arriba de mi y la cama se mueve mucho. 

Estoy sucio y tengo hambre. Pero ahora mamá está a punto de despertar y quisiera que esté momento fuera eterno. 


Apenas salgo de mi casa, que es del tamaño de una cama individual; se escuchan sonidos tan fuertes que aturden aunque ya estoy acostumbrado. 

Quiero ir al lugar donde mi madre me lleva por las mañanas, anhelo un plato de arroz. 

No sé quién soy, y no sé ni siquiera si esa pregunta tiene sentido. La vida o la muerte da igual.

Tal vez mañana sea diferente, tal vez mañana tenga una vida diferente. 


El propósito de un misionero

Estoy parada en medio de la calle, cuidando de mi vida porque hay tanto ruido que no entiendo muy bien qué pasa. Veo gente vendiendo cosas, corriendo, gritando, veo cerdos en las calles y perros cojeando; las personas caminan descalzas en medio de los caminos hecho pedazos. Veo niños pidiendo dinero y mujeres con dos bebés en sus pechos, en medio del tráfico, en medio del sol. A donde quiera que mire, dos o más dioses en las calles. Pareciera que en medio de este caos me siento sola, pero no es así; tengo ganas de gritar, tengo ganas de correr a decirle a todo el mundo que mi Dios, Jesús, está aquí conmigo. Quiero gritarle al mundo que él es Rey.



Y entonces me acuerdo que para eso vine, no aquí a India, aquí a la tierra y esta nueva sensación es lo que quiero hacer el resto de mi vida.

No importa donde nos encontremos, nuestro llamado como misioneros es traer el reino de Jesús a la tierra.


Annie Flin

Annie es estudiante de la iEDE, septiembre 2019 – marzo 2020. Pasó dos semanas en la India como parte de la fase práctica de la EDE.